La historia religiosa y cultural del Bajo Imperio Romano está marcada por el año 313 con la promulgación del Edicto de Milán y por el 380 con el Edicto de Tesalónica, por el primero se permite el culto público cristiano y por el segundo se convierte definitivamente el religión oficial del Imperio. Como consecuencia comienzo a desarrollarse una importante actividad constructiva que tuvo sus orÃgenes en las iglesias patrocinadas por Constantino, se produce una estrecha comunión intereses entre Imperio e Iglesia que visualmente se percibe en el desarrollo de arte mucho suntuario, que progresivamente se aleja de la modestia y discreción de los primeros momentos. La necesidad de grandes edificios lo suficientemente esplendorosos, hizo que se pusiera la mirada en las antiguas basÃlicas romanas, y estas que en principio habÃan sido lugares comerciales cambiaron su función. Además su estructura y su concepción axial del espacio se adaptan perfectamente a las necesidades de la liturgia cristiana, ya que era preciso que la iglesia admitiera gran capacidad de fieles, y que su atención se focalizara en el altar y en el presbiterio como lugar central para los creyentes.
Son pocas las basÃlicas de esos primeros momentos que han llegado conservando su aspecto original, la mayorÃa han sufrido grandes reformas y ampliaciones que las alterado tanto hasta hacerlas irreconocibles, sobre todo en el Renacimiento y en Barroco. Una de las mejores conservadas es la basÃlica de Santa Sabina, situada en la colina romana del Aventino. Se construyó a partir del 422, después de la ruina que provocó en Roma la llegada de los bárbaros de Alarico, parece ser que sobre los restos del “titulusâ€, una iglesia doméstica, de una noble patricia del siglo II convertida al cristianismo. Las obras fueron patrocinadas por el presbitero Pedro “el Illirico†bajo el pontificado de Celestino I, (Read more…)