
La
ciudad islámica en la Edad Media constituye un importante centro económico, polÃtico y militar que presenta diversos espacios diferenciados: la alcazaba o castillo defensivo, la medina o ciudad vieja, en la que se encuentra la aljama o mezquita mayor y el mercado o zoco, y los barrios o arrabales, que pueden ser intramuros (incluidos en posteriores ampliaciones de la muralla) o extramuros, más allá de las puertas de la ciudad.

Sus murallas y torres, tanto en la ciudad como en la alcazaba, se solÃan construir con tapial o mamposterÃa. Un ejemplo del uso del tapial lo tenemos en la muralla almohade de Cáceres (fotos superiores) o en la alcazaba de AlmerÃa (foto inferior).
Es frecuente en los musulmanes el reaprovechamiento de materiales preexistentes. Una muestra es la alcazaba de Mérida, en la que se emplearon sillares de origen romano (foto inferior).

Un elemento defensivo caracterÃstico de las murallas islámicas en la PenÃnsula Ibérica eran las torres albarranas, que se adelantaban a la muralla y se unÃan a ésta con un arco. Un ejemplo es la foto superior, realizada en tapial y perteneciente al recinto de Paderne, en Portugal. La construcción de las murallas de tapial se realizaba siguiendo un proceso que han reproducido Samuel Márquez y Pedro Gurriarán en su libro sobre las murallas islámicas de Cáceres («Cáceres: una punta de lanza almohade frente a los reinos cristianos»).

Otro elemento caracterÃstico eran las puertas en recodo, que desorientaban al atacante y hacÃan muy difÃcil la toma de la ciudad. Este vÃdeo de Isaac Buzo sobre las puertas de la Alcazaba de Badajoz muestra muy bien sus caracterÃsticas.