Archivo del Autor: Juan Carlos Doncel

Bosques de España

España es uno de los países de Europa con mayor superficie forestal, algo más de 26 millones de hectáreas, de las que más de la mitad, casi 15 millones de ha, son superficie arbolada. Es además la mayor reserva de biodiversidad de Europa, es decir, cuenta con la mayor diversidad de especies vegetales y animales de todo el continente y la presencia de numerosos endemismos.
Su relieve y su posición geográfica explican la existencia de una gran variedad de formas vegetales que podemos agrupar en tres grandes áreas:
-El dominio eurosiberiano (ver mapa inferior). Corresponde a la zona de los Pirineos y la cornisa cantábrica. En estas zonas predomina un clima de tipo oceánico o atlántico, sin altas temperaturas en verano y con precipitaciones bien repartidas a lo largo del año, siendo mínimo o inexistente el estiaje (sequía) en verano. En esta zona las especies más abundantes son caducifolias: el roble carballo (Quercus robur) y el haya (Fagus sylvatica). También abunda el castaño (Castanea xativa), el abedul o el abeto blanco (Abies alba), este último es una conífera de hoja perenne que se sitúa en las montañas pirenaicas, con frecuencia mezclado con el haya. En esta zona de clima oceánico el matorral suele incluir especies como piornales, brezales o tojos, aunque bajo los hayedos el sotobosque o matorral es casi inexistente porque los árboles no dejan apenas paso a la luz del sol. Dos ejemplos magníficos de bosque atlántico son el robledal de Muniellos en Asturias o el hayedo de Irati en Navarra.

-El dominio mediterráneo (ver mapa inferior). Corresponde al resto del territorio peninsular español y las Islas Baleares. Este enorme territorio cuenta con un clima mediterráneo caracterizado por un verano cálido y seco en el que, sin embargo, podemos distinguir diferentes variantes, que van desde un clima mediterráneo (Read more…)

El castillo de Turégano: una original fortificación medieval

El castillo de Turégano es un magnífico ejemplo de fortificación tardomedieval (siglo XV) que presenta numerosos elementos defensivos de gran interés didáctico. Por otro lado, es un conjunto muy original, ya que conserva en su interior una iglesia del románico tardío (siglos XII-XIII) que era previa al castillo hoy conservado y que quedó embutida literalmente en la estructura defensiva; de hecho la torre del homenaje se construyó encima del ábside de la iglesia y el campanario quedó dentró de sus entrañas. Su interés se acrecienta porque en el exterior de la fortificación se conservan restos del antiguo recinto musulmán con torres construidas con tapial. Todo ello me ha llevado a preparar un breve estudio sobre sus características acompañado de un álbum fotográfico; salvo una foto áerea que no es mía, el resto de fotos son originales y las realicé en una visita reciente.
El castillo y la villa de Turégano fueron propiedad episcopal desde que en el siglo XII la reina Urraca lo donara al obispo de Segovia. La actual construcción defensiva data del siglo XV y fue iniciativa del obispo Juan Arias Dávila. Hoy podemos ver el escudo episcopal en varios lugares del exterior de la fortaleza.

Se trata de un castillo de planta rectangular con dos recintos amurallados. En el primer recinto, a modo de barbacana presenta una altura claramente inferior y cuenta con su camino de ronda y una merlatura en cuyas almenas se abren en alternancia saeteras defensivas. Esta primera muralla está rodeada por un amplio foso que dificultaba el ataque al castillo, situado sobre una loma desde la que domina el pueblo de Turégano; contaba además con la protección de cuatro poderosas torres esquineras de forma circular (cubos). El acceso a la fortificación se hacía por una puerta defendida por un matacán o balcón defensivo (Read more…)

El castillo de Turégano: una original fortificación medieval

El castillo de Turégano es un magnífico ejemplo de fortificación tardomedieval (siglo XV) que presenta numerosos elementos defensivos de gran interés didáctico. Por otro lado, es un conjunto muy original, ya que conserva en su interior una iglesia del románico tardío (siglos XII-XIII) que era previa al castillo hoy conservado y que quedó embutida literalmente en la estructura defensiva; de hecho la torre del homenaje se construyó encima del ábside de la iglesia y el campanario quedó dentró de sus entrañas. Su interés se acrecienta porque en el exterior de la fortificación se conservan restos del antiguo recinto musulmán con torres construidas con tapial. Todo ello me ha llevado a preparar un breve estudio sobre sus características acompañado de un álbum fotográfico; salvo una foto áerea que no es mía, el resto de fotos son originales y las realicé en una visita reciente.
El castillo y la villa de Turégano fueron propiedad episcopal desde que en el siglo XII la reina Urraca lo donara al obispo de Segovia. La actual construcción defensiva data del siglo XV y fue iniciativa del obispo Juan Arias Dávila. Hoy podemos ver el escudo episcopal en varios lugares del exterior de la fortaleza.

Se trata de un castillo de planta rectangular con dos recintos amurallados. En el primer recinto, a modo de barbacana presenta una altura claramente inferior y cuenta con su camino de ronda y una merlatura en cuyas almenas se abren en alternancia saeteras defensivas. Esta primera muralla está rodeada por un amplio foso que dificultaba el ataque al castillo, situado sobre una loma desde la que domina el pueblo de Turégano; contaba además con la protección de cuatro poderosas torres esquineras de forma circular (cubos). El acceso a la fortificación se hacía por una puerta defendida por un matacán o balcón defensivo (Read more…)

Jornaleros y latifundios en la España contemporánea

Durante el siglo XIX la estructura de la economía española siguió teniendo rasgos preindustriales: la mayoría de la población siguió viviendo de la agricultura y con unas condiciones de vida muy difíciles. La persistencia de un minifundismo de subsistencia en el norte y del latifundio en el suroeste garantizaba la miseria de un campesinado que carecía de capacidad de compra, lo que hacía que fuera difícil el despegue de la actividad industrial y comercial. Las reformas liberales y la desamortización en esta centuria no hicieron sino empeorar las condiciones de vida de la población rural y reforzar la mala distribución de la tierra.


En el campo español, a parte de los grandes propietarios existían tres tipos de campesinos

    pequeños agricultores propietarios, abundantes en el norte de España y no sometidos al régimen señorial;

    -pequeños arrendatarios, que arrendaban tierras a los señores y debían de pagar por ello unas rentas. En el norte de España sus contratos eran ventajosos, eran fijos o enfitéuticos; en el sur y centro de España eran a corto plazo y móviles, lo que ponía en difícil situación a los campesinos.

    jornaleros, mayoritarios en Extremadura, Andalucía Occidental y La Mancha, trabajaban para el señor en los grandes latifundios como simples asalariados a cambio de sueldos miserables, estando sometido a una fuerte estacionalidad (trabajaban solo en las temporadas de recolección y siembra).

Especialmente crítica fue la situación del campesinado en el suroeste del país: allí existía una gran masa de jornaleros sin tierras que vivían al límite y sufrían hambrunas periódicas, a la que se unía un nutrido grupo de pequeños campesinos arrendatarios sujetos a duras condiciones que les obligaban a pagar cuantiosas rentas a los grandes terratenientes, verdaderos señores feudales de la edad contemporánea.
En este texto de la editorial Anaya se (Read more…)

Jornaleros y latifundios en la España contemporánea

Durante el siglo XIX la estructura de la economía española siguió teniendo rasgos preindustriales: la mayoría de la población siguió viviendo de la agricultura y con unas condiciones de vida muy difíciles. La persistencia de un minifundismo de subsistencia en el norte y del latifundio en el suroeste garantizaba la miseria de un campesinado que carecía de capacidad de compra, lo que hacía que fuera difícil el despegue de la actividad industrial y comercial. Las reformas liberales y la desamortización en esta centuria no hicieron sino empeorar las condiciones de vida de la población rural y reforzar la mala distribución de la tierra.


En el campo español, a parte de los grandes propietarios existían tres tipos de campesinos

    pequeños agricultores propietarios, abundantes en el norte de España y no sometidos al régimen señorial;

    -pequeños arrendatarios, que arrendaban tierras a los señores y debían de pagar por ello unas rentas. En el norte de España sus contratos eran ventajosos, eran fij (Read more…) o enfitéuticos; en el sur y centro de España eran a corto plazo y móviles, lo que ponía en difícil situación a los campesinos.

    jornaleros, mayoritarios en Extremadura, Andalucía Occidental y La Mancha, trabajaban para el señor en los grandes latifundios como simples asalariados a cambio de sueldos miserables, estando sometido a una fuerte estacionalidad (trabajaban solo en las temporadas de recolección y siembra).

Especialmente crítica fue la situación del campesinado en el suroeste del país: allí existía una gran masa de jornaleros sin tierras que vivían al límite y sufrían hambrunas periódicas, a la que se unía un nutrido grupo de pequeños campesinos arrendatarios sujetos a duras condiciones que les obligaban a pagar cuantiosas rentas a los grandes terratenientes, verdaderos señores feudales de la edad contemporánea.
En este texto de la editorial Anaya se puede cuantificar la pobreza y el hambre que asolaba a los campesinos jornaleros a comienzos del siglo XX.
Como ya dijimos, la presencia de jornaleros era especialmente relevante en amplias áreas del suroeste peninsular (en el mapa inferior en verde), en las actuales regiones de Extremadura, sur de Castilla-La Mancha y Andalucía centro-occidental, incluyendo también al Alentejo portugués.
En estas áreas, la presencia de una gran masa de obreros del campo, favoreció el desarrollo del movimiento obrero, surgiendo ya en el siglo XIX importantes revueltas agrarias en estas zonas, especialmente durante el sexenio democrático. En el primer tercio del siglo XX las ideologías obreristas se afianzaron en estas zonas, siendo mayoritaria la UGT en Extremadura y la Mancha, mientras que el anarquismo lograba más apoyos en Andalucía.
Sobre las condiciones de vida de los jornaleros en el primer tercio del siglo XX dice lo siguiente la hispanista Helen Graham («Breve historia de la Guerra Civil», Espasa-Calpe,2006):
Los jornaleros agrícolas del «sur profundo» consideraban a la Iglesia un pilar que perpetuaba el orden terrateniente que los oprimía. El sur de España estaba dominado por los latifundios, enormes fincas labradas por campesinos sin tierras cuyas vidas eran una lucha constante contra el hambre. El modelo de fincas inmensas en las que se cultivaba una sola cosecha significaba que los jornaleros dependían de una única fuente de ingresos de la que no disponía más que durante parte del año, en las épocas de siembra y recogida. En ausencia de cualquier prestación de asistencia pública u otras formas de auxilio para los necesitados, esta dependencia convertía casi en esclavos a los pobres sin tierra, a disposición de los terratenientes y administradores de fincas. Los jornaleros recibían un trato brutal de los capataces y la policía rural, la odiada guardia civil que disparaba a la gente sin trabajo que recogía bellotas y leña en las tierras de los latifundistas. El hecho de que el sacerdote del lugar se aliara siempre con el terrateniente y el cabo de la guardia civil hizo de los jornaleros feroces anticlericales y convirtió a la religión en el sur en un tema divisorio en la política y la clase social. El abuso sistemático contra los desamparados hizo endémica la violencia en esta sociedad rural tan reprimida. Pero las periódicas revueltas de esclavos protagonizadas por los jornaleros eran reprimidas con facilidad por la policía, no menos tras la Primera Guerra Mundial que en los periodos anteriores.
Durante la II República, el conflicto agrario estalló con toda su fuerza y su solución se convirtió en una prioridad para los gobiernos de izquierdas y para los sindicatos y partidos obreros. Los sectores derechistas, por su parte, también pusieron toda la carne en el asador para evitar toda posible reforma agraria, lo que ralentizó el proceso y enconó los ánimos de ambas partes. Una muestra del aumento de la conflictividad social en este periodo es el testimonio del militante obrero Juan Misut, que permite hacerse una idea clara de la situación en el sur latifundista durante la República
En los dos mapas inferiores se muestra en primer lugar el porcentaje de la superficie total agraria de los años 30 en manos de latifundios de más de 250 ha., y en segundo lugar los conflictos agrarios en España durante la II República.
En 1932 el gobierno de izquierdas de Manuel Azaña puso en marcha la Ley de Bases de la Reforma Agraria. Aquí presento las consideraciones de uno de los padres de la ley, así como un extracto de dicha ley, ambos publicados en libros de texto de la editorial Anaya.
Los años de posguerra fueron también de extremas dificultades para los obreros del campo, en un contexto de hundimiento general de la producción agrícola y una fuerte carestía. Entre 1940 y 1945 las hambrunas asolaron las zonas rurales de mayoría jornalera en el suroeste peninsular. El problema del latifundismo y la mala distribución de la tierra fue perdiendo peso progresivamente, a la vez que España comenzaba un rápido proceso de industrialización y urbanización a partir de los años 60 y 70 del siglo XX. La emigración afectó especialmente a jornaleros y junteros y de esa forma la presión sobre la tierra se volvió más soportable y los índices de pobreza menos apabullantes. A pesar de estos cambios, en el agro extremeño-andaluz pervivieron hasta bien entrados los 70 situaciones de explotación y sometimiento inadmisibles; estas situaciones se recogieron de forma magistral en la película Los santos inocentes (Mario Camus, 1984), de la que aquí recojo un fragmento.
Del sufrimiento de millones de personas condenadas al hambre y a condiciones de vida y de trabajo que rayaban la servidumbre se hicieron eco importantes intelectuales de los años 30. Fue el caso del combativo Miguel Hernández, con su emotivo poema titulado El niño yuntero, y también caso del comprometido Rafael Alberti, que escribió este bello poemita sobre la pobreza de la Extremadura jornalera:
LOS NIÑOS DE EXTREMADURA
Los niños de Extremadura
van descalzos.
¿Quién les robó los zapatos?
Les hiere el calor y el frío.
¿Quién les rompió los vestidos?
La lluvia
les moja el sueño y la cama.
¿Quién le derribó la casa?
No saben
los nombres de la estrellas
¿Quién les cerró las escuelas?
Los niños de Extremadura
son serios
¿Quién fue el ladrón de sus juegos?
En los años 30, durante la República y la Guerra Civil, los jornaleros se adhieron mayoritariamente a los sindicatos obreros y muchos de ellos participaron como milicianos en defensa de la República. De ello dan fe los numerosos carteles propagandísticos que hacían hacían referencia al problema agrario y trataban de movilizar a los jornaleros.

También numerosas canciones de guerra hacían referencia a sus reivindicaciones, como esta versión de una conocida canción del primer tercio de siglo XX:
En la plaza de mi pueblo
dijo el jornalero al amo
nuestros hijos nacerán
con el puño levantado


con mi arado abro los surcos
con mi arado escribo yo
páginas sobre la tierra
de miseria y de sudor


esta tierra que no es mía
esta tierra que es del amo
la riego con mi sudor
la trabajo con mis manos


pero dime compañero
si estas tierras son del amo
si nunca lo hemos visto
trabajando en el arado.
En la plaza de mi pueblo
dijo el jornalero al amo
nuestros hijos nacerán
con el puño levantado
que mi voz suba hasta el monte
que mi voz baje al barranco
hasta que los jornaleros
se apoderen de los campos.
Otros grupos de rock actual también puesto música a las reivindicaciones históricas y las durísimas condiciones de vida de los jornaleros del sur de España durante los últimos doscientos años. Ese es el caso del grupo Marea con su canción Pan duro, en este caso en interpretada en colaboración con el conocido cantante Fito.


Por último y en el campo de la narrativa, quisiera añadir también aquí la referencia a dos títulos indispensables para conocer las condiciones de vida en el agro español. Además del trabajo de Miguel Debiles en el que se basa la ya citada película de Mario Camus, habría que destacar la mordaz novela de José Saramago sobre los jornaleros del Alentejo portugués titulada Alzado del suelo y la desconocida obra de la periodista Olga Merino con el ilustrador título de Espuelas de papel. La primera puede, en buena medida, extrapolarse al sur español y la segunda nos cuenta una historia de jornaleros andaluces en el contexto de la guerra civil y su posterior emigración a la Cataluña industrial.

La edad de oro de la piratería: corsarios y piratas en el Atlántico durante la Edad Moderna

La PIRATERÍA entendida como actos de saqueo y bandolerismo en el mar es tan antigua como la navegación. Desde épocas remotas hemos tenido noticia de su existencia. Ya en la Antigüedad Julio César tuvo que actuar contra los piratas cilicios que asolaban el Mediterráneo en época romana. En la alta Edad Media fueron vikingos y árabes los que hicieron de la piratería una práctica habitual, mientras que en los últimos años de la Edad Media y comienzos de la Edad Moderna, los piratas berberiscos musulmanes del norte de África (Jeireddín Barbarroja) hicieron muy difícil la navegación en el Mediterráneo Occidental. La piratería no fue exclusiva de Europa, también fue frecuente en África (dedicada a la caza de esclavos) y en el suroeste de Asia, donde fue endémica en el estrecho de Malaca y sur de China.

Pero, sin lugar a dudas, donde la piratería alcanzó un gran renombre y pasó a la posteridad fue en el Mar Caribe y el Océano Atlántico entre los siglos XVI y XVIII. Las acciones de piratas ingle (Read more…) holandeses y franceses en el contexto de la lucha de estos países contra el Imperio Español son las más conocidas y se han convertido en una leyenda.
En las costas de España y Portugal y en las orillas americanas del Mar Caribe la actuación de los piratas supuso un problema permanente para el dominio español de la zona. Fueron conocidos también con los nombres de filibusteros o bucaneros y en algunos momentos de pusieron en su tarea de saqueo y destrucción de barcos y puertos españoles al servicio de los reyes y gobernantes enemigos de España. Cuando eso ocurría eran conocidos como corsarios, ya que disfrutaban de la llamada patente de corso, una especie de «licencia para robar, destruir y saquear» con autorización del rey francés o inglés; el corsario, por tanto, era un pirata protegido por el rey ( de Inglaterra y Francia) que favorecía y legalizaba su actividad en tiempos de guerra como una forma de atacar a su enemigo, generalmente el reino de España.
Aunque sus intervenciones fueron continuas entre mediados del siglo XVI y mediados del siglo XVIII, se han sobrevalorado sus hazañas. Tras los primeros éxitos piratas, los españoles tomaron diversas medidas que redujeron los estragos de sus ataques como la construcción de sólidas murallas en las principales ciudades costeras, la organización de grandes flotas que agrupaban los barcos de comercio con Europa y permitían defenderlos con más eficacia o la fabricación de grandes galeones, barcos muy elevados y con gran potencia artillera. Piratas y corsarios rara vez lograron asaltar los grandes galeones de las flotas españolas, perfectamente organizados y muy armados, y en contadas ocasiones pudieron conquistar los grandes puertos bien fortificados. Generalmente se contentaron con asaltos a pequeñas embarcaciones y a puertos o enclaves de menos importancia y peor protegidos. Para dichos ataques utilizaban sus bases en islas del Caribe que estaban al margen del control de España: desde la segunda mitad del siglo XVI y especialmente en el siglo XVII, aprovechando el progresivo debilitamiento militar español, los piratas se asentaron en lugares como la isla Tortuga, cerca de la actual Haití, también en Jamaica, Barbados y en las costas continentales de centroamérica (en la actual Belice y en la Costa de los Mosquitos).
Por otro lado, los piratas eran mucho más que simples saqueadores, con frecuencia se dedicaron también al contrabando y al comercio ilegal, vendiendo y comprando en la América española productos a precios mucho más bajos que los oficiales impuestos desde España por la Casa de Contratación de Sevilla. Durante la crisis del siglo XVII, cuando el comercio con la metrópoli española se redujo al mínimo, las clases altas americanas buscaron en el contrabando la mejor forma de abastecimiento, fue la época dorada de los filibusteros contrabandistas. Otros participaron activamente en el lucrativo negocio del comercio de esclavos entre África y América.
Aunque los piratas más famosos (Drake, Hawkins, Morgan) crearon su fama principalmente por su gestas frente a barcos y puertos españoles, fueron numerosos los que también destruyeron barcos de otras nacionalidades y puertos no españoles. El galés Bartholomew Roberts (siglo XVIII) consiguió capturar unos 456 buques (principalmente británicos), bloquear las Barbados británica y la Martinica francesa, y desafiar a la misma Royal Navy (Marina Real Británica). Aunque fue el pirata más exitoso de la historia, la nacionalidad de sus víctimas le privó de la relevancia casi mítica que alcanzaron los anteriormente nombrados.
En este mapa (fuente: elaboración propia) se muestra el Mar Caribe en los siglos de mayor importancia de la piratería (pinchar en él para ampliar).

Con puntos rojos aparecen los principales puertos defensivos y comerciales de España en la zona. Todos fueron en algún momento conquistados por piratas, especialmente en el siglo XVI, ya que las defensas fueron muy deficientes hasta finales de ese siglo. A partir de entonces, los saqueos fueron mucho menos frecuentes. De entre todos los sistemas defensivos, destacó el de la ciudad de Cartagena de Indias, con magníficas murallas (ver foto y plano inferior) que, una vez construídas, fueron inexpugnables y evitaron que nunca más fuera conquistada. En 1741 tuvo que soportar el ataque de una flota inglesa muy superior que, sin embargo, no pudo tomar la ciudad.

La leyenda que se creó entorno a los piratas y corsarios incluyó como ingrediente fundamental su comportamiento cruel y despiadado. Por ejemplo a El Olonés se le atribuyó un trato terrible con sus prisioneros que lo convirtió en un personaje temido y odiado: los interrogaba y torturaba para luego elegir a uno de ellos como escarmiento a los demás y o bien cortaba su cuerpo en pedazos o bien le rasgaba el pecho sacándole el corazón que a veces masticaba y escupía a la cara de los demás. Sobre la crueldad de Edward Low y su tripulación se cuenta que en una ocasión cortó las orejas de un hombre para luego dárselas de comer con sal y pimienta. En las películas son frecuentes las escenas de abordajes o de tarbenas lúgubres donde los piratas bebían ron y cantaban canciones como la que aparece en la escena de este vídeo.

Bandera del pirata Jack Rackham, conocido como Calico Jack, es el símbolo pirata por excelencia. A la imagen de una calavera con dos huesos o sables cruzados se le llamaba Jolly Roger y tuvo numerosas variantes.
La necesidad de mantener la disciplina en alta mar y evitar las frecuentes rebeliones llevó a muchos jefes piratas a reglamentar la vida a bordo de sus barcos. Es el caso de las normas impuestas por el galés Bartholomew Roberts en 1721 y recogidas por Charles Johnson (fuente: Wikipedia):

I. Todo hombre tiene voto en los asuntos del momento, tiene igual derecho a provisiones frescas o licores fuertes en cualquier instante tras su confiscación y pueden hacer uso de ellos a placer, excepto que la escasez haga necesario, por el bien de todos, su racionamiento.

II. Todo hombre será llamado equitativamente por turnos, según la lista, al reparto del botín (sobre y por encima su propia participación), se le permitirá cambiarse de ropa para la ocasión pero, si alguno defrauda a la compañía por valor de un dólar de plata, joyas o dinero, será abandonado a su suerte en el mar como castigo. Si el robo fuese entre miembros de la tripulación, esta se contentará con cortar las orejas y la nariz al culpable y lo desembarcará en tierra, no en lugar deshabitado pero sí en algún sitio donde se dé por sentado que encontrará adversidades.

III. Nadie jugará a las cartas o dados por dinero.

IV. Las luces y velas se apagarán a las 8 de la noche; si después de esa hora algún miembro de la tripulación se inclina a seguir bebiendo, puede hacerlo sobre cubierta.

V. Mantener sus armas, pistolas y sables limpios y listos para el servicio.

VI. No se permiten niños ni mujeres. Si cualquier hombre fuera encontrado seduciendo a cualquiera del sexo opuesto, y la llevase al mar disfrazada, sufrirá la muerte.

VII. En batalla la deserción del barco o sus camarotes será castigada con la muerte o al abandono a su suerte en el mar.

VIII. No se permiten las peleas a bordo, pero las disputas de cualquier hombre se resolverán en tierra, a espada y pistolas.

IX. Ningún hombre hablará de dejar su modo de vida hasta que haya aportado 1000 libras. Si, para conseguirlo, perdiera una extremidad o quedara impedido para el servicio, se le darán 800 dólares extraídos del inventario común y por heridas menores, en proporción a su gravedad.

X. El capitán y su segundo recibirán dos partes del botín; el maestre, contramaestre y cañonero una parte y media, y el resto de los oficiales, una parte y un cuarto.

XI. Los músicos tendrán descanso el sábado pero no los otros seis días y noches, a no ser por concesión extraordinaria.

Los piratas Francis Drake en el siglo XVI (ver vídeo) y Henry Morgan en el siglo XVII (ver vídeo sobre su conquista de Panamá) son sin duda los más conocidos. Fueron el azote de los españoles en América. El primero atacó los intereses hispanos en la Península Ibérica (asalto a Cádiz o La Coruña ) y en América (saqueo de Veracruz y Santo Domingo) y fue la segunda persona en circunnavegar el globo después del marinero vasco Juan Sebastián Elcano. El segundo saqueó importantes puertos españoles como Portobelo, Maracaibo o Panamá. Ambos gozaron del favor de los reyes ingleses, que los nombraron caballeros por sus servicios prestados como corsarios contra los españoles. Otros piratas importantes de esa época dorada fueron el inglés John Hawkins (siglo XVI), el francés Pierre Le Grand (siglo XVII), el holandés Laurens de Graff (siglo XVII), el francés Jean D. F. de Nau conocido como El Olonés (siglo XVII), el inglés Edward Teach («Barbanegra») entre el siglo XVII y el XVIII, el irlandés Edward England (siglo XVIII) y el inglés Edward Low (siglo XVIII).

La edad de oro de la piratería: corsarios y piratas en el Atlántico durante la Edad Moderna

La PIRATERÍA entendida como actos de saqueo y bandolerismo en el mar es tan antigua como la navegación. Desde épocas remotas hemos tenido noticia de su existencia. Ya en la Antigüedad Julio César tuvo que actuar contra los piratas cilicios que asolaban el Mediterráneo en época romana. En la alta Edad Media fueron vikingos y árabes los que hicieron de la piratería una práctica habitual, mientras que en los últimos años de la Edad Media y comienzos de la Edad Moderna, los piratas berberiscos musulmanes del norte de África (Jeireddín Barbarroja) hicieron muy difícil la navegación en el Mediterráneo Occidental. La piratería no fue exclusiva de Europa, también fue frecuente en África (dedicada a la caza de esclavos) y en el suroeste de Asia, donde fue endémica en el estrecho de Malaca y sur de China.

Pero, sin lugar a dudas, donde la piratería alcanzó un gran renombre y pasó a la posteridad fue en el Mar Caribe y el Océano Atlántico entre los siglos XVI y XVIII. Las acciones de piratas ingleses, holandeses y franceses en el contexto de la lucha de estos países contra el Imperio Español son las más conocidas y se han convertido en una leyenda.
En las costas de España y Portugal y en las orillas americanas del Mar Caribe la actuación de los piratas supuso un problema permanente para el dominio español de la zona. Fueron conocidos también con los nombres de filibusteros o bucaneros y en algunos momentos de pusieron en su tarea de saqueo y destrucción de barcos y puertos españoles al servicio de los reyes y gobernantes enemigos de España. Cuando eso ocurría eran conocidos como corsarios, ya que disfrutaban de la llamada patente de corso, una especie de «licencia para robar, destruir y saquear» con autorización del rey (Read more…)

Terromoto y Tsunami en Japón (marzo 2011)

El terremoto de 8,9 en la escala richter que asoló el noreste de la isla de Honshu en Japón ha sido la mayor tragedia de este país desde la Segunda Guerra Mundial. Japón está en un área de subducción que forma parte del cinturón de fuego del Pacífico (ver mapa inferior de Wikipedia), y constituye una de las zonas del mundo con mayor actividad volcánica y sísmica provocada por el choque varias placas tectónicas.

Aunque se trata de un país muy preparado para soportar intensos movimientos sísmicos, en esta ocasión el posterior tsunami ha provocado gravísimos daños materiales y cuantiosas pérdidas humanas. El epicentro del terremoto se produjo en un punto del Océano Pacífico cercano a la ciudad costera de Sendai (ver imagen inferior. Fuente: LAVANGUARDIA.es). Los efectos del desastre se han multiplicado al verse afectadas varias centrales nucleares, especial la de Fukushima, cuyos sistemas de refrigeración dejaron de funcionar.
Son estremecedoras estas fotografías que contrastan la situació (Read more…) antes y después del tsunami. En esta Galeria de fotos de La Vanguardia podemos medir también la magnitud del desastre. Impresionantes son las imágenes de estos vídeos que he seleccionado a continuación, el primero de la BBC y el segundo de Euronews.

Terromoto y Tsunami en Japón (marzo 2011)

El terremoto de 8,9 en la escala richter que asoló el noreste de la isla de Honshu en Japón ha sido la mayor tragedia de este país desde la Segunda Guerra Mundial. Japón está en un área de subducción que forma parte del cinturón de fuego del Pacífico (ver mapa inferior de Wikipedia), y constituye una de las zonas del mundo con mayor actividad volcánica y sísmica provocada por el choque varias placas tectónicas.

Aunque se trata de un país muy preparado para soportar intensos movimientos sísmicos, en esta ocasión el posterior tsunami ha provocado gravísimos daños materiales y cuantiosas pérdidas humanas. El epicentro del terremoto se produjo en un punto del Océano Pacífico cercano a la ciudad costera de Sendai (ver imagen inferior. Fuente: LAVANGUARDIA.es). Los efectos del desastre se han multiplicado al verse afectadas varias centrales nucleares, especial la de Fukushima, cuyos sistemas de refrigeración dejaron de funcionar.
Son estremecedoras estas fotografías que contrastan la situación antes y después del tsunami. En esta Galeria de fotos de La Vanguardia podemos medir también la magnitud del desastre. Impresionantes son las imágenes de estos vídeos que he seleccionado a continuación, el primero de la BBC y el segundo de Euronews.