De los enigmas esenciales que plantea la evolución biológica, ninguno toca más de cerca la historia y la cultura que el origen de las adaptaciones que distinguen a unos seres humanos de otros: la piel clara en las latitudes nórdicas o la resistencia a la malaria en los trópicos, donde es endémica.
Una de las más llamativas es la adaptación a las alturas de los pobladores del TÃbet, que les permite vivir a más 4.000 metros de altitud con una salud, una energÃa y una fertilidad que ningún otro humano puede alcanzar en semejante escasez de oxÃgeno. ¿Cómo lograron los tibetanos ese atributo? Hoy tenemos la respuesta: robándole un gen a los denisovanos, la especie arcaica que campaba por esas alturas asiáticas antes de que los humanos modernos saliéramos de Ãfrica.